EL
MUNDO
30 marzo
2022
Dieta
cetogénica: por qué puede ayudarte a quemar grasa y
deshincharte en un tiempo récord
Gema García Marcos
Es la pescadilla que se muerde la cola.
Como nos sentimos hinchados, apáticos y faltos de energía nos lanzamos a la
desesperada al hidrato de carbono. Pero, cuanta más pasta, pan y pizza comemos,
más hinchados, apáticos y faltos de energía nos sentimos.
¿Qué hacemos entonces? Javier Fernández Ligero, farmacéutico
y nutricionista, nos propone adentrarnos en ese mundo de la vida sin harinas
blancas y azúcares refinados que propugna la dieta cetogénica.
"El objetivo -explica- es reducir al máximo la ingesta de hidratos de
carbono en nuestra dieta diaria".
Si están tan ricos, nos hacen sentir tan bien (en el
momento) y tanto subidón nos producen nada más catarlos, ¿por qué deberíamos de
apartarlos de nuestra vida? Pues, básicamente, porque toda esa tormenta de
sensaciones engañosamente positivas no son más que un
espejismo y, con la misma inmediatez que se desata, escampa y es, entonces,
cuando llega el gran bajón.
¿Qué conseguimos entonces con la dieta cetogénica?
Básicamente, acabar con esa enfermiza dependencia que tenemos de los hidratos
de carbono (sobre todo, de los de absorción rápida): "Para nuestro
metabolismo, resulta muy sencillo tirar de este tipo de nutrientes (azúcares,
almidones y fibra). Por eso, necesitamos adiestrar a nuestro organismo para que
no busque tanto el hidrato de carbono como sustrato energético", explica
Fernández Ligero.
La misión no resulta tan sencilla como parece porque, aunque
no nos demos cuenta de ello, los hidratos están omnipresentes en nuestra dieta
desde que nos despertamos por la mañana: "Quien más y quien menos, se toma
unas tostadas para desayunar y, a media mañana, un zumo de naranja o una pieza
de fruta. De esta manera, estamos elevando nuestros niveles de azúcar en sangre
lo cual, si no vamos a realizar algún tipo de actividad física, va a contribuir
a generarnos inflamación".
¿En qué se traduce esa inflamación? En 'detalles', aparentemente,
tan cotidianos como "sentirnos pesados o hinchados e, incluso, en
experimentar dificultades para concentrarnos o rendir intelectualmente".
Por eso, con el sencillo 'gesto' "de cambiar las
tostadas por un desayuno rico en proteínas y grasas 'buenas' (huevos, salmón
ahumado, atún en conserva, aguacate, etc) junto con
algún lácteo (como el kéfiro el yogur natural, que
nos van a proporcionar esos probióticos que tan bien vienen a nuestro
intestino), por ejemplo, vamos a conseguir reducir nuestra inflamación
corporal; mejorar nuestras digestiones; elevar nuestros niveles de energía y
potenciar nuestra concentración".
¿Qué vamos a notar, entonces, cuando comencemos a apartar la
pasta, el pan y las galletas de nuestra vida? "A mí me gusta poner un
ejemplo muy gráfico: nos desinflamos como cuando pinchamos un globo con una
aguja. Y, a partir de ese momento, no sólo nos sentimos más ligeros y mejora
nuestra composición corporal de una forma notable sino que, además, cargamos a
tope nuestros niveles de energía con combustible del bueno".
No obstante, advierte, es posible que "durante los dos
o tres primeros días, se experimente cierto decaimiento, dolor de cabeza, etc". Según Fernández Ligero, esta sensación forma
parte "del proceso de adaptación de nuestro organismo, al que 'volvemos
loco' con la privación de su principal fuente de energía fácil y rápida".
Pero descendamos al detalle. ¿Qué es exactamente ese proceso
tan inquietante llamado 'entrar en cetosis'? "Es una situación a la que
inducimos a nuestro metabolismo cuando le privamos de los hidratos de carbono.
Es como si, al dejarle sin esa 'gasolina barata', pusiéramos en marcha la
maquinaria que le permite la obtención de energía a través de la combustión de
la grasa a través de la generación de unos compuestos orgánicos llamados
cetonas".
Pero todavía hay más. Esta dieta, prosigue, es muy fácil de
llevar: "No se pasa hambre, porque las proteínas y las grasas buenas que
se consumen son muy saciantes, y es muy gratificante porque los resultados son
visibles en muy poco tiempo", asegura.
Pero, para conseguir obrar esa maravilla de quemar grasa,
¿es necesario eliminar por completo todos los hidratos de carbono? "Sí y
no. Habría que estudiar las necesidades de cada paciente de forma
individualizada para averiguar qué le viene mejor. Mi recomendación es empezar
por borrarlos de nuestra dieta durante dos semanas para acostumbrarnos y, a
partir de ahí, valorar la opción más adecuada porque estar en cetosis
prolongadas puede tener consecuencias negativas para nuestro organismo".
En este sentido, Fernández Ligero, señala que "resulta
tan adictiva que, muchas veces, tengo que recordar a mis pacientes que metan
algún hidrato de índice glucémico medio, como la patata o el boniato, tras el
ejercicio para recuperarse o por la noche para que nos ayudar a secretar más
melatonina y descansar mejor".
Este especialista hace hincapié en la conveniencia de la
dieta cetogénica "siempre esté pautada por un
especialista porque, en caso de que haya patologías previas, como las diabetes
o algún proceso de tipo autoinmune, puede resultar contraproducente y pueden
verse alterados los niveles de glucosa, especialmente, durante o tras la
realización de ejercicio físico".
Y, aunque en redes sociales tenga tanto tirón, Fernández
Ligero recomienda no caer en 'juegos' como el "de pasarse 10 días sin
catar los hidratos de carbono para luego ponerse hasta arriba de 'comida
basura' porque lo que estamos intentando enseñar a nuestro metabolismo es a no
ser tan dependiente de ellos energéticamente". En cambio, lo que sí se pueden hacer son "pequeñas cargas que pueden ser muy
útiles después de sesiones muy intensas porque va a acelerar la recuperación de
las fibras musculares", concluye.